José Ignacio Barbasán Carmona
Se encuentra en el límite de Castilleja de la Cuesta, en Sevilla. A los 48 años cambió su vida, dejó su negocio de transportes y buscó lo que le gustaba. Lo encontró y se lanzó junto a su familia en un proyecto conjunto. A sus 54 años es feliz. Su alegría no se basa en tener La Familia llena, sino en que la gente se vaya satisfecha y que se sienta en familia. Sus ganas de darlo todo sin pedir nada a cambio, haciendo feliz al que está a su lado, es sin duda su seña de identidad.
COMO EN FAMILIA, Ángel Zambrano (Castilleja de la Cuesta, 54 años) está pendiente de todo. La abacería está preparada para la fecha de Halloween, en la que se involucra por completo. Se sienta en la mesa y, rodeado de murciélagos y telarañas, comienza a hablar. Con el paso de los minutos se puede ver quién es Ángel, una persona totalmente transparente y humilde, que tiene muy claro qué es lo importante, y lo repite constantemente: la familia. Empieza con sus comienzos en el mundo de la gastronomía y, con la emoción en sus ojos, recuerda la gran familia que tiene. La ayuda que le brindaron todos le hizo ver el gran apoyo que tenía detrás. Se inició con su mujer, su prima y sus hijos y sobrinos. Soñaba con un proyecto ilusionante. “Fue en lo que creímos, para empezar, no solo nosotros, sino toda la familia”. Sin embargo, reconoce el trabajo duro y sacrificado, que se compensa con el resultado de la felicidad y el cariño que le pone a todo. “Hay que entender que la gente viene aquí a disfrutar de un momento con su familia y tú tienes que hacer que la gente lo disfrute”. La singularidad principal de Ángel es el trato exquisito con las personas, y por ahí empezó con el negocio.
Pasado un tiempo en el que explica lo sacrificado que es tener un proyecto hostelero, Ángel se levanta para ir a beber agua y seguir hablando. Con las lágrimas en los ojos se va y desaparece de la escena. Es una persona sensible, que hace que todo sea especial. Le emociona responder a la pregunta de por qué gente con millones de seguidores en las redes sociales llega a La Familia. Vuelve y contesta. Es una persona a la que le apasiona lo que hace y lo transmite a todo su equipo. La pasión con la que habla de su trabajo hace ver que las cosas pueden salir bien con un espíritu positivo. La humildad con la que explica que al igual que una celebrity llama a otra para decirle que se come muy bien, a la vez, una persona de un barrio de Sevilla se lo va a decir a su vecino y va a venir igual.
Ángel trata de igual forma a todos los que van a comer, independientemente de los seguidores que tengan en las redes, porque su objetivo es que la gente que acude a comer, pase un momento agradable. Tiene muy claro el valor humano.“Se les trata a todos con corazón, independientemente de si es una persona muy reconocida o no”. Está orgulloso de la cocina que tiene y de los valores con los que se trata al público. El crecimiento que tiene La Familia le ha obligado a contratar a más personal que ya dejan de tener un vínculo familiar. Cuando entran, se les explica el trato que se le da a la gente. Quieren que se sientan parte del sueño y que sean parte de su familia. Como un profesor con sus aprendices, se lleva al nuevo personal con él y aprenden, porque el objetivo final que quiere no es vender, es hacer que la gente se sienta a gusto.
Ángel habla de las tres diferencias que tiene la abacería frente a otros locales hosteleros. Una cocina hecha con cariño, donde el plato se mime. “Si ves que el plato no está presentable o si el producto no está perfecto, no lo presentes jamás”. La marca Ángel, presente siempre en todo, es signo de victoria. Otra es la limpieza, fundamental en el mundo de la hostelería. Por último, el equipo. “Trabajar con un buen rollo, donde te hagan disfrutar”.
Él siempre va más allá. Mira con detalle el horizonte para llegar preparado y cuida todos los pequeños detalles para que salga perfecto. Con la llegada de la pandemia no fue una excepción. “Tenía a mi hijo en Florencia estudiando Periodismo por Erasmus. Italia cerró el país dos semanas antes que España y le pregunté a mi hijo qué estaba haciendo la hostelería allí. Me dijo que se estaban dedicando al reparto a domicilio, por lo que hablé con mi gestor para sacar las licencias necesarias y preparamos una web”. Ángel recuerda, con una emoción muy presente, que los primeros días no llamó mucha gente y él era el que, en su propio coche, repartía los pedidos. Pero después llegaron a tener doce repartidores en medio de la pandemia cuando toda la hostelería estaba cerrada. Las ganas de luchar contra todo le hicieron salvar esos meses de confinamiento. Y ese cariño con el que hace las cosas para hacer feliz a la gente, se valora por parte del consumidor.
“La palabra no es reinventarse, sino seguir luchando por todo y ponerle cariño”
La abacería estuvo presente en la Feria de Abril durante el confinamiento, porque la familia siempre está. “A la gente le llevaba a su casa farolillos, botellas de manzanilla y un menú de ‘pescaíto’ frito”. Por el Día de la Madre también organizó una comida con una carta que el propio Ángel escribió de parte de los hijos para las madres. Hace ver que busca la felicidad para todos y aprovecha las ocasiones para hacer algo especial. Cuida la relación entre la gente y la abacería, y crea un vínculo fuerte que llega incluso a ser inseparable. El público busca esa estabilidad entre la buena cocina y el cariño con el que el personal trata a los comensales.
Con el paso de la pandemia, Ángel cierra el local que tenía. “Invertimos un dineral y se perdió todo, yo allí no tenía terraza y los interiores ya los estaban prohibiendo en Italia”. Esa ilusión por seguir luchando y no tirar la toalla le hizo ir a ver el local donde se encuentra actualmente la abacería, sin contárselo a su familia para no asustarlos. Con esa creencia y confianza, con la familia detrás, cambiaron de localización. “Toda la familia vino a ayudar nuevamente pintando macetas, paredes, muebles”. Cuenta emocionado que el 10 de junio de 2020 abrieron de nuevo tras el traspaso de local por la Covid-19 y “ese día La Familia tuvo llenazo”.
“No me quedé en casa, seguí luchando y me inventé el reparto a domicilio, me preocupé por hacer una web. Fue un triunfo que me mantuvo esos meses para poder seguir pagando salarios y proveedores”. Una vez más, la ‘marca Ángel’ está presente en todo lo que hace.
Menciona la historia que le ha marcado para toda la vida. En medio de la pandemia, se le ocurrió una idea. “Hablé con Juan, de Bodegas Hidalgo, y le pedí varias cajas de manzanilla para hacer algo muy bonito que no quería que se publicara en redes ni nada”. Se fue al Hospital San Juan de Dios de Bormujos con el maletero lleno de ‘pescaíto’ frito y botellas de vino para todo el personal del hospital que se encontraba atrincherado contra una dura pandemia. Ángel habla con la mirada y, esa sensación que sintió en aquel momento, todavía la siente. “Los médicos salieron con las mascarillas, con todo lo que estaban pasando en aquel momento tan duro, llorando todos”.
Al final todo queda en familia. Uno de los dos hijos de Ángel está terminando la carrera de Administración y Dirección de Empresas. Lleva administrativamente la abacería y presta ayuda cada vez que puede detrás de la barra. “Es el mejor camarero de barra que he visto en mi vida. No sabía nada de hostelería, pero cuando el negocio es de tus padres y los ves luchando y dándolo todo, tú te involucras de la misma manera”. Con todo, Ángel es pasión viva por el proyecto en el que trabaja todos los días y hace que los demás lo sientan igual. Es capaz de transmitir esas emociones al resto de los trabajadores y consumidores.
“He tenido la suerte de enamorarme de la comida y de la cocina”
Durante este tiempo en el que el entrevistado habla, cuenta la relación de Toñi Moreno con la abacería hablando sobre “las cosas bonitas de la vida”. Con un cariño entre ellos visible por las palabras de Ángel, explica que la periodista entra en MasterChef Celebrity y hace las clases de cocina en La Familia. “Ha venido aquí porque le gusta lo que hacemos, le gusta el trato, la cocina, la limpieza y la organización”. La sonrisa de Ángel cuando habla de la experiencia y contando anécdotas con Toñi Moreno en cocina, son los puntos claves en el éxito de la abacería. La combinación entre la humildad y el cariño son latentes. Ángel no ha publicado nada de las prácticas que ha hecho la celebrity en la cocina de La Familia porque no es así, no busca nada a cambio. Entre risas, comenta los buenos momentos que han pasado juntos y la describe como una de las personas más currantas que ha visto en su vida. “Era una más, salía a presentar sus platos a los comensales con el delantal lleno de harina”. Concluye describiendo a Toñi como una persona que siempre intenta hacer feliz al que está a su lado.
Ángel explica, como curiosidad, que no tiene un trabajo en sí dentro de la abacería. Está pendiente de todo. Reconoce que cuando se juntan 200 personas a comer es complicado, pero siempre intenta que todos se sientan en familia. Siempre se acerca a las mesas, pregunta, aconseja, en definitiva, se preocupa por los demás. Logra un gran equipo con un buen trato y un buen salario. “Tú no estás de jefe mandando a la gente, tú eres uno más”. Habla sobre la figura del trabajador como motor, una figura importantísima en un proyecto hostelero, en definitiva, la parte fundamental que mueve el bar. El ejemplo que da diariamente de honestidad, sin que lo sepa, es propio de su marca.
Todo está preparado para la famosa fiesta de Halloween, y este año llega con la familia Addams. Ángel habla ilusionado del proyecto que tiene este año preparado con la festividad del día de los muertos. La abacería se viste de negro y forma un espacio totalmente ambientado, donde el personal se viste de la familia Addams, haciendo un guiño al nombre del local. De nuevo, busca que la gente acuda a cenar, pero incluso por encima, que pase momentos agradables, porque así es Ángel.
Tiene recetas en la abacería de su padre y de su tío, de quienes cree que pueden venir la pasión por el mundo de la cocina. Reconoce que no tiene habilidad para los fogones. Tiene la suerte de contar con muy buenos amigos por toda España, gracias a su afición por las motos. Unas amistades que no solo son de aquí, sino de Italia, Francia y Marruecos, entre otras. El mundo de la hostelería le quita mucho tiempo y no puede juntarse, como le gustaría, con sus amigos. Habla de las comidas en los viajes por el país. “Hemos comido en sitios muy buenos y gastronómicamente he aprendido mucho”. Trae muchos productos a la abacería y, actualmente, se puede probar desde la sobrasada, denominación de origen de Mallorca, hasta productos de Cantabria y Cataluña.
Ángel tiene muy presente a la gente que va a comer a La Familia. Por la labor que hizo en el Día de la Madre durante la pandemia, la gente le llamaba y le decía: “Ángel, existe el karma, y te va a volver. Eso que estás haciendo tú no es vender comida, es que estás haciendo feliz a mi madre y me estás haciendo feliz a mí. Te va a volver”. Tras la pandemia, La Familia fue el único bar del pueblo que cerró, porque no tenía terraza. Luchó por el cambio de local y fue, también, el último local en abrir en el pueblo. Pero no se conformó con lo que tenía y apostó, con un sueño y una ilusión, por algo arriesgado como un cambio de local.
Termina de hablar y está feliz, y no por tener la abacería llena, que también es importante, sino porque “hay familias que tienen qué comer”. Es feliz porque la gente se iba contenta a casa. “Se despiden diciendo lo bien que han comido, que está todo como siempre, y otros ya piden la reserva para venir otro día”. Así cierra la entrevista, como si de un comensal se tratase. El secreto de la abacería es un gran equipo, que se respeta, aprende y ayuda en todo lo que se necesita. “Me siento súper orgulloso de mi equipo, somos una familia”.